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1 mars 2003

Los indios záparos: la sacralizacion de un pueblo en peligro

(source : publication de l’Unesco, Museum International 218 - Lo sagrado en un mundo interconnectado)

Auteur : Anne-Gaël Bilhaut

Anne-Gaël Bilhaut es doctoranda en etnología en la Universidad de París X-
Nanterre, bajo la dirección de Jacques Galinier, doctoranda asociada en el EREA
(Equipo de investigación en etnología amerindia) del CNRS (Centro Nacional de
Investigación Científica, Francia) y en la FLACSO (Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales) de Quito (Ecuador). Como parte de sus investigaciones, compartió
la vida de los záparos del Perú y del Ecuador entre el mes de septiembre de 2000 y el
mes de febrero de 2003. Trabaja acerca de la construcción de la historia, sus
representaciones y su utilización en el proceso de revitalización étnica de los
záparos.

Los záparos son un pueblo de la Amazonia que vive a ambos lados de la
frontera entre el Perú y el Ecuador. El eje central de su territorio se sitúa en la
confluencia de los ríos Pindoyacu y Conambo (Ecuador), y en torno al río Tigre
(Perú), aunque es posible encontrar záparos desde el río Pastaza hasta el Curaray. Se
estima que son unos 2501 en cada país y pertenecen al conjunto lingüístico záparo,
constituido por los iquito, arabela, andoa y záparos propiamente dichos. Entre ellos
han sido empadronados menos de diez hablantes de lengua zápara. Los demás, los
más jóvenes, hablan todos el quechua selvático. Tal vez ésta sea una de las razones
por las cuales los záparos no aparecen en el mapa étnico amazónico, y se los confunde
con sus vecinos a causa de su semejanza con éstos y de su baja demografía. En efecto,
desde mediados del decenio de 1970, los záparos fueron declarados oficialmente
extinguidos, por ende inexistentes, en el Ecuador.2 En el Perú, antes de 2001 los
záparos eran totalmente desconocidos; nadie había oído hablar de ellos aunque
figurasen misteriosamente en el mapa lingüístico -seguramente una reminiscencia del
pasado-, que indicaba que mucho tiempo atrás habían vivido allí.

Los záparos, en vías de de extinción, entraron en un proceso de
desintegración cultural hace ya varios decenios, época en que se acercaron a la cultura
quechua, sea para fundirse en ella, sea para escapar a otros grupos vecinos belicosos.
Actualmente, gracias al reconocimiento mundial de la UNESCO, se vuelve a
hablar de ellos. Sacralizados en cierto modo, se han tornado más visibles y más
activos que nunca en su lucha por la recuperación de su territorio ancestral, de su
lengua y de su práctica del chamanismo, los tres elementos que reivindican en la
reafirmación de su identidad. Este reconocimiento contribuye a dar a conocer la
cultura zápara y los reintegra igualmente al mapa étnico regional. Situados entre dos
mundos, el del Occidente y el del bosque, son sacralizados por el "mundo exterior" y
sacralizan ellos mismos ciertos elementos de su cultura.

Cómo los záparos se tornaron sagrados ante el mundo

Tras haber constituido su organización en 1997 y obtenido el reconocimiento de las
confederaciones de organizaciones indígenas regionales y nacionales, los záparos
empezaron a recurrir a fundaciones u organismos nacionales e internacionales
sensibles a sus planteamientos y su situación alarmante de pueblo en peligro de
extinción. La "nación más pequeña de la Amazonia ecuatoriana" encontró en primer
lugar apoyo en el Prodepine (Proyecto de Desarrollo de los Pueblos Indígenas y
Afroecuatorianos), financiado por el Banco Mundial, que le brindó en primer lugar
asistencia financiera para la administración de la organización y rápidamente un
presupuesto para llevar a cabo un trabajo lingüístico sobre la lengua zápara, con la
colaboración de cuatro comunidades záparas y de algunos hablantes, invitados a
enseñar a los niños la lengua que no habían sabido transmitir a sus propios
descendientes. También recibieron apoyo de varios institutos nacionales y de
organizaciones no gubernamentales o fundaciones extranjeras3 que financiaron, entre
otras actividades, programas de salud, el primer encuentro de záparos de ambos países
tras sesenta años de falta de contacto (a causa de la guerra fronteriza que los separó en
1941), pero también la recuperación de ciertos mitos, en zápara y en quechua
(principal idioma de comunicación de los záparos en la actualidad), a fin de
"documentar la cultura zápara", todo ello realizado a petición de ellos mismos y con el
afán de preservar el pueblo y la cultura zápara.

Fue también la acción conjunta de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y de la
organización no gubernamental ICC (Instituto Científico de Culturas Indígenas,
Quito, Ecuador), cuyo director es el dirigente indígena Luis Macas,4 la que impulsó la
candidatura de los záparos a ser reconocidos por la UNESCO. Esa candidatura fue
preparada por Carlos Andrade, el lingüista que trabajaba con ellos, que les informó
sobre la iniciativa tomada en ese sentido.

Los záparos se mostraron de inmediato sumamente entusiasmados y llenos de
esperanzas frente un reconocimiento que vivían como una victoria de un pueblo
minoritario, en vías de extinción, empeñado en un proceso de revitalización
lingüística e identitaria. Por lo demás, dedicaron ese reconocimiento a todos los
pueblos de la Amazonia, deseosos de que, gracias a él, la atención del mundo se
volcara en los grupos de esa región transformados en minorías y en su diversidad.

Al igual que tratándose de las intervenciones de las organizaciones no
gubernamentales y de los organismos de protección de la naturaleza que comienzan a
interesarse por los pueblos indígenas, lo que está en juego, en este caso, es la
preservación de ciertos saberes, de una cultura, en vista de la contribución que pueden
aportar a toda la humanidad.

La distinción por la UNESCO de su cultura fue considerada primero por los
záparos como una consagración, una respuesta al clamor de su pueblo durante años,
que reafirma su existencia y la de su cultura original. "Con este reconocimiento, lo
que sentimos es como que nuestros mayores que murieron hace años atrás, que todos
ellos estaban reviviendo otra vez. Eso era nuestro sentimiento. Así sentimos toda la
nacionalidad zápara, tanto de las comunidades. Y era tan emocionante escuchar
eso."(Bartolo Ushigua, presidente de la Organización de la Nacionalidad Zápara).

Si bien en su propio país aún se encuentran en una situación marginal, y la
gran mayoría de la población ignora su existencia y no los reconoce, se han
convertido en "Patrimonio", muy lejos, entre los blancos, como lo demuestran el
interés de las organizaciones no gubernamentales y las fundaciones, los mensajes de
apoyo que afluyen de naciones remotas, tanto de gobiernos como de particulares.
Los záparos pasaron a ser sagrados después de que se los declarara
extinguidos. Su renacimiento asociado a su dinamismo orgánico los ha convertido, en
el Ecuador, en un pueblo emblemático para ciertos organismos e institutos, todos los
cuales los felicitan por haber tenido tanto éxito, siendo el más resonante esta
distinción -juzgada improbable por algunos5- como "obra maestra del patrimonio oral
e inmaterial de la humanidad". En el Ecuador6, en particular, son a la vez el pueblo
menos reconocido pero tal vez uno de los más presentes en los medios de
comunicación: el interés que suscitanen Occidente no tiene parangón en el país.

Los záparos utilizan el término español "sagrado" cuando se dirigen al mundo
exterior, al mundo no zápara y, en términosmás generales, al mundo no indígena. En
la lengua quechua, que es la principal lengua de comunicación, la expresión sinchi,
que caracteriza la pujanza, el poder, es la que corresponde mejor a la idea que tienen
de lo sagrado. Así, las montañas que designan como sagradas en español son sinchien
quechua.

Actualmente los záparos afirman que el bosque es sagrado. Con anterioridad,
el asunto ni siquiera se planteaba. El bosque estaba allí, con todo su significado y sus
representaciones, y no era necesario calificarlo.

Frente a la explotación intensiva del bosque, y a la necesidad cada vez mayor
de garantizar su defensa y protección, los záparos han comenzado a asociar con él la
idea de sagrado. Pasó entonces a ser sagrado desde que estuvo en peligro. "En nuestro
territorio hay muchas plantas y animales sagrados, y qué va a pasar si es que entran
compañías petroleras, y nos van a destruir, y ¿dónde vamos a ir?", preguntaba
Bartolo Ushigua en el Congreso Nacional del Ecuador. Sin embargo, no se trata del
tipo de sacralización impulsada por los movimientos ecologistas: no es la de la
biodiversidad enunciada por los occidentales en busca de una naturaleza que
permanece "virgen" o "pura" -lo que se sabe es falso desde los trabajos de William
Balée7, por ejemplo-, sino la de la vida social, de la organización de las relaciones
sociales que mantienen los seres humanos con el bosque, las plantas y los animales.
Para los indígenas, no hay una interrupción, una ruptura entre la naturaleza y la
cultura, entre los seres humanos y los no humanos animales o vegetales.

Para los záparos, ciertas montañas y ciertos sitios están dotados de una historia
peculiar, ciertas lagunas son sagradas. En su lucha contra la extinción, todo cuanto los
vincula al pasado se torna sagrado: objetos transmitidos de generación en generación
perduran y desafían el tiempo y a veces la materia (artículos de cerámica, artefactos
de madera, piedras); asimismo, los objetos obtenidos en virtud de un sueño, a veces
de parte de un antepasado, se vuelven sagrados por la fuerza misma que los anima.

Si los záparos hablan de "sagrado" es porque lo que designan como tal los
identifica como seres záparos, afirma su pertenencia a su territorio, y marca también
su inscripción en la historia regional. En resumen, afirman su existencia histórica en
un presente del que hace tiempo han sido eliminados. Se trata de una inscripción en el
tiempo, pero también en el espacio; esos lugares y objetos sagrados se encuentran en
un espacio cultural que reivindican también: "Cada quién tenemos nuestro espacio
territorial. Y también cultural. Porque cada cultura tiene su manera de manejar su
selva."8De hecho, es este concepto de espacio cultural, asociado a las diversas formas
de expresión cultural, el que inspira la distinción de la UNESCO, y que para los
záparos es el eje de su gran proyecto de revitalización identitaria: "Casi nos han
terminado como nacionalidad. Pero aquí con esta declaración [la de la UNESCO],
nosotros vamos a trabajar, tenemos planes para rescatar nuestra cultura, nuestra
identidad, nuestro idioma, y defender nuestro territorio. Porque en ello es nuestra
vida. En nuestra selva entendemos."

Cada cual se apodera de la palabra; los záparos, los occidentales, y se ha
tornado imposible definir lo sagrado; pero poco importa su definición, lo que interesa
es el valor que se le da, y lo que permite ver lo sagrado. Lo que designamos
habitualmente como sagrado, es decir algo inviolable, inmaterial y de valor
inconmensurable, no basta para definir lo sagrado desde el punto de vista de los
záparos. Lo sagrado para ellos tiene ciertamente esa acepción, pero es también algo de
lo que se ven despojados cada vez más, algo que se les escapa, que desaparece, y que
sin embargo los define como seres záparos. Tal como el bosque y todo lo que contiene
de fuerzas, de espíritus. Las lagunas, las montañas. Elementos todos que les permiten
refirmar su identidad en una situación de crisis.

Pese al proceso de quechuización9, han podido conservar ciertos elementos de
su cultura: atisbos de su lengua, cantos de sentido a veces incierto para los no
hablantes, pero también mitos, como el de Tsitsano, de Akamaru, o incluso de
Piatsaw, relatos que tratan del pasado, la historia que circula a través de las
generaciones, el conocimiento de los seres que pueblan el mundo (tanto el
conocimiento de los animales enseñado en el mito de Tsitsano, como el adquirido en
el aprendizaje de la caza), el de las plantas y de sus usos más corrientes o más secretos
(el saber de los chamanes transmitido a sus discípulos).

Por consiguiente, los záparos han mantenido hasta ahora su "manera de ver el
mundo", su cosmovisión que desean seguir transmitiendo, considerándola tal vez,
después de su idioma que se extingue, la única manera de sobrevivir como pueblo
diferente. En efecto, lo que los distingue de sus vecinos es esencialmente la lengua y
el chamanismo, la expresión más acabada de su cosmovisión.

Hoy en día dos son los aspectos principales les preocupan: la pérdida de la
lengua, con menos de 10 hablantes, y la de su sistema chamánico. En realidad, si la
recuperación de la lengua es su verdadera prioridad y el saber de los chamanes es
altamente apreciado, los záparos afirman que ya no lograrán rescatar los
conocimientos de los antepasados, chamanes por excelencia, a causa de la
degradación de sus relaciones con las plantas y los animales, e igualmente debido a
la explotación del bosque (en particular desde la llegada de las compañías petroleras
en los años 1920).

Cabe observar que, mirada por el Occidente, la lengua empieza a adquirir para
los záparos un carácter sagrado, justamente porque se encuentra en peligro; se trata de
un fenómeno reciente, iniciado gracias al contacto con las organizaciones no
gubernamentales que manifestaron interés por el pueblo zápara debido a que
desaparecía. Por eso, al ver que la sensibilidaddel mundo occidental (Norteamérica y
Europa en particular) aumenta a medida que se extinguen10, los záparos comprenden
que su lengua y su propia existencia se valorizan más, e incluso se sacralizan, de
acuerdo con la visión del Occidente.

Han hecho suyo este planteamiento y es el que defienden hoy en día al igual
que otros pueblos en peligro redescubiertos y redefinidos por el mundo exterior.

Durante los días consecutivos a la proclamación, los záparos se divertían calificándose de "patrimonio" y se increpaban a veces llamándose: "¡Inmateriales!". Esos juegos en los que ironizan sobre sí mismos en español muestran también que se sienten un poco ajenos a esta sacralización: un reconocimiento desde el exterior, dado y preparado desde el exterior, y cuya iniciativa ni siquiera les correspondió (al menos en la etapa inicial). Debidamente conscientes de la importancia de la distinción, aún no miden sin embargo plenamente su alcance. ¿Cuáles son las consecuencias de esa patrimonialización? ¿Cómo explicar a sus mayores el significado de la nueva situación? Los dirigentes de la organización zápara del Ecuador les indican que, gracias a dicha designación, el mundo entero sabe que existen, quiere que sigan siendo un pueblo vivo, y que, por ese medio, van a poder aprender nuevamente su lengua y reafirmarse como pueblo zápara.

Allí reside todo el sentido de la distinción de la Unesco: facilitar el mantenimiento de la cosmovisión zápara (conocimientos, relaciones, mitos, etc.) y su transmisión, y allanar de ese modo la supervivencia de ciertos saberes, de una visión y una expresión del mundo incomparables. Lo que la Unesco sacraliza es la originalidad de una concepción del mundo que se esfuma y de la cual la humanidad se vería privada para siempre.

Notes
1. Los záparos y descendientes de záparos se reconocen como tales.
2. Piedad y Alfredo Costales, "La familia etnolingüística Zápara", Ethos, 1.11.75.
3. Cabe citar en especial Ecorae (Ecuador), Pharmaciens Sans Frontières (Francia), Pachamama (Perú), Seeds (Estados Unidos).
4. Luis Macas fue uno de los fundadores de la CONAIE (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas) y uno de sus presidentes más carismáticos; también es rector de la Universidad Intercultural de los Pueblos Indígenas de Quito.
5. El Ministro de Educación ecuatoriano, Roberto Hanze, reaccionó así ante la designación: "Si hubo el reconocimiento me parece estupendo porque es una etnia que estaba a punto de desaparecer", El Universo, Guayaquil (Ecuador), 22/05/2001.
6. En el Perú los záparos carecen de existencia legal reconocida por las confederaciones indígenas y de territorio a su nombre. Incluso en 2001, ni en el Ministerio de Educación ni en la Aidsep (Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana), había información sobre la existencia de los záparos en el Perú. Hasta la fecha, el Perú no ha hecho llegar ninguna comunicación relacionada con ellos.
7. La Amazonia, tal como la conocemos, es el producto de varios milenios de ocupación. Además, los índices más altos de biodiversidad corresponden al emplazamiento de jardines que no han sido ocupados desde hace varios decenios. Véase, William Balée, Footprints of the Forest: Ka'apor Ethnobotany, Colombia University Press, Nueva York, 1994
8. Bartolo Ushingua, presidente de la ONZAE (Organización de la Nacionalidad Zápara del Ecuador), Radio Luna, Quito, 30/05/2001,
9. Por quechuización entendemos el proceso de difusión de la lengua y la cultura de transición quechua llevado a cabo inicialmente por los misioneros.
10. Basta para convencerse de ello con leer los números especiales sobre los "pueblos olvidados" o "guardianes de la tierra" de ciertas revistas. Por ejemplo, en Francia: Terre Sauvage, 2002, no 171, "Les peuples gardiens de la terre" (Los pueblos guardianes de la tierra); Grands Reportages, 2000, no 227, "Peuples oubliés : franchiront-ils le siècle?" (Pueblos olvidados:¿irán más allá del siglo?, con "20 voyages pour découvrir les peuples en sursis" (20 viajes para descubrir los pueblos en capilla).

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